jueves, 12 de enero de 2012

Pasen y Vean


La ciudad que nunca duerme, en cuya esquina puedes apoyarte y contemplar todo un espectáculo.
¡¡Bienvenidos al Circo de New York!!










martes, 27 de diciembre de 2011

Almas de NY

Recuerdos de vagamundos en busca de almas de papel y alambre,
Robin Hoods más vivos que muertos, o más muertos que vivos,
aunque noto que aquí pasa algo, no lo sé,
solo sé que estoy hecho de pedacitos de ellos.




















domingo, 24 de julio de 2011

La imagen

A veces, sólo a veces, tengo la necesidad de dejar de lado aquello que amo, refugiarme en otros mundos y dejar puertas cerradas esperando que algún día las musas me encuentren y vuelvan a contarme historias vividas o inventadas.

Uno nunca de ser lo que es, pero aprende a convivir con sus monstruos,
a dejarles a su aire aunque te susurren.
Hasta que un día comienzas a ver con sus ojos,
a pensar en cuentos,
a ver a la gente como personajes de una película,
y entonces lo sabes,
solo te queda coger una cámara o escribir en tu cuaderno.

Un año tomando notas en mi cabeza y viendo fotos con mis ojos,
y las musas llegan.

Un año en una gran ciudad como Barcelona da para mucho, sobre todo cuando viajas sin parar de un sitio a otro. Y aunque todos lo habéis visto alguna vez, la sensación de los viajantes se agudiza cuando 150.000 personas se desplazan por tren o avión. Y me preguntaréis que es la sensación de un viajante. Es el alma de los que cierran o abren caminos, de los padre que abandonan a sus hijos, de los hijos que vuelven, de las despedidas tristes, de los recibimientos alegres...

Pensad en un instante de esos que halláis vivido recientemente y buscar en vuestra alma como os sentisteis, alegres, tristes, aliviados, emocionados, indiferentes, aburridos, cansados. Y da lo mismo que lo hagas una vez al año o tres veces a la semana, siempre hay un sentimiento hondo que te inunda en un segundo para el resto de tu vida por que siempre lo recuerdas.

Trabajo en un centro donde cada mes entra y sale gente, donde la vida se debe vivir muy intensa con los amigos por que mañana será un adiós seguro. Nunca me había pasado esto. Y se además le sumáis la cantidad de veces que ando en el aeropuerto y la estación de tren, al final tu alma siempre anda desbordada de sentimientos. Nunca hay un adiós definitivo, ni un hola eterno. Así que me he dedicado, entre otros amenes, a mirar con mi alma a las personas, que como yo, tenemos vidas viajeras.

Si tuviese que hacer una película empezaría en una estación o en un aeropuerto, viendo besos y lágrimas, risas y rostros afligidos, sonrisas fingidas y ojos secos, por que cualquier historia comienza con un viaje a la vida o la muerte. Y de todas las historias que he visto y vivido me quedo con la de un hombre que falleció en el aeropuerto de Gran Canaria. No importa su nombre, o su edad, no importa quién era, simplemente era alguien.

Normalmente las gente se despide del viajero en un andén o un paso del aeropuerto. Ambos miran sin cesar esperando que esa imagen quede retenida en sus retinas y que haya un tiempo donde el tiempo solo sea para ellos. Él recordará su olor y ella su sonrisa de viajante. Después cada uno seguirá su vida y en la mañana, cuando se despierten, recordarán que están solos.

Estadísticamente tengo comprobado que este el comportamiento general de las personas. Lo que aconteció ese día en el aeropuerto me llamó tanto la atención que tengo que contarlo.

Todo sucedió como siempre. Llegaron al punto de no retorno, se besaron y él partió. Sorprendentemente ella se fue muy rápido con su vestido blanco con volantes y él no miró. Recuerdo su cara, triste, arrugada con los años, ojos perdidos, bigote amarillo del tabaco y un diente de oro; pero vestido muy elegantemente. Camino del control se paró repentinamente y la busco con la mirada. Su excitación aumentó al no verla, se movió inquieto acechando a través del cristal que le separaba del control, hasta que en la lejanía vio su cabello balancearse. Su grado de satisfacción era indescriptible se giró y justo su puso delante de mi. Sólo con mirarle a los ojos sabía que había encontrado el mundo en un cabello. Y tal como me miró se cayó en mis pies. La asistencias médicas llegaron de inmediato y aunque le hicieron la reanimación cardio-pulmonar nada pudo hacerse.

Más allá de la impresión de ver caerse a una persona a tus pies y reaccionar ante ese hecho, recuerdo que cuando se lo llevaba seguía teniendo una sonrisa.

Es hermoso partir sin decir adios, serena la mirada y forma la voz ya lo decía el Mediterráneo (http://www.youtube.com/watch?v=Lj0ymbmtX9U&feature=related)

Por eso ya no me voy de los sitios sin mirar atrás, sin dar besos, o abrazos, sin llevarme una imagen final para mi eternidad.

domingo, 20 de marzo de 2011

Cosas que un día vi

Andaba un día de paseo por el mundo,

y vi el agua correr como nunca,



arrastrando sombras,



hasta que se cansó.



Se sentó en una esquina a mirar la belleza,



y se dió cuenta que estaba solo,




buscó a su amigo el fuego,



pero las puertas de la amistad estaban cerradas para él,



así que viajó hasta encontrar el mar, diluyéndose en la profundidad del océano.

viernes, 4 de marzo de 2011

Cuadernos de la India

Cuadernosde la india narra las peripecias de NieveTu, mi hermana, en tierras lejanas en busca de imágenes y personas. En directo, desde la India, aquí "Cuadernos de la India"

Llego al Rajastan, tras un largo viaje en un avión blanco, que mientras volaba
rumbo a oriente se transformaba en una avion dorado, y aterrizo al amanecer
en la caotica Delhi.

Los viajes no programados, esos en los que uno se deja
llevar por lo que acontece tienen de bueno entre otras cosas que son
imprevisiles, como lo es la vida, asi que se aprende mucho en ellos de la
paciencia y la calma con lo que mirar las cosas.

Voy a la delirante estacion de tren de Delhi, digna de ser rodada en color y
blanco y negro con su murmullo de fondo y la primera sorpresa... no tengo
billete de tren, tan solo soy un nombre en una lista de espera.....que son al
menos tres dias (nota del hermano: ¡¡esto viene de familia!!). Solucion... oficina de informacion para turistas perdidos comoyo ja ja. Acabo alquilando un viejo y clasico coche blanco de los 60, de esos de nuestros padres y un diligente y joven conductor..... ya ven como una aristocrata venida a menos recorreré el Rajastan, ya no es una novela el viaje empieza a ser una pelicula con primeros planos y traveling desde el asiento del coche.

Tampoco voy a Jaisalmer... lejos para llegar en un día. Así, que miro el mapa y me dejo
ir a Pushkar. El Rajastan es una tierra de reyes, una explosión de color que contrasta con la austeridad del paisaje. Pushkar una petita ciudad rodeada de un lago sagrado
bajo un cielo madreperla, una ciudad de Brahma. Llego y me habito en ella.
Es la hora en que el sol se deja caer en el lago sagrado de Pushkar, la hora mágica en que los blancos palacios se tiñen de malva, es la hora en que la princesa sherezade cuenta uno de sus mil cuentos sabiendo que no lo acabará, para poder seguir contando ese cuento eterno y sobrevivir al tiempo.

La noche en la ciudad del lago trajo magia en forma de música y danza katha en el templo de Krisna. No fue casual que el destino me trajera aquí, la noche se vistió de luz, color, ojos pintados, cuerpos tatuados de henna con dibujos imposibles, saris ceñidos..figuras insinuadas y sonrisa de niños dioses. La ciudad se engalana para la ocasión,, bombillas de colores, guirnaldas de flores, estauas de shiva engalanadas. Cantos que te transportan a otros tiempos, música de tabla, shitar y flauta bansuri.....bajar los parpados y descansar el mirar. Musica que llega al ancestro de la memoria y recuerda a los cantos de medio oriente y del sur del país que habito. Y como no, bailarinas españolas que aprenden de la belleza de la danza india...como Pepa que estudia danza aqui desde hace meses, risueña andaluza de ojos verdes vestida con sari, añorada de su granada y de su amor. Una noche mágica a la que llegué en mi viejo coche, ambassador, vestida de blanco y un pañuelo multicolor que me cubria el cabello, parte del rostro y acompasaba mi cuerpo en su gesto.

El lago de Pushkar se despierta con las brumas del amanecer que respiran desde su superficie, mientras en los ghats los colores de los saris empiezan a brillar con las primeras luces de sol. El lago respira y hace vital esta ciudad que hoy me habita, los cantos sancritos mecieron mi abrir de ojos y me deje despertar en ellos. Mañana parto hacia la ciudad de los mil palacios, Jodhpur. Mañana será otro cuento....

domingo, 30 de enero de 2011

Carta a Haruki Murakami

Estimado Sr. Murakami

Me dirijo a usted después de cayese en mis manos su libro “De qué hablo cuando hablo de correr” gracias a mi hermana NieveTu. Es curioso como personas tan alejadas espacialmente y, aparentemente tan distintas, nada que ver un escritor con un “otolitoman”, tengamos, en mayor en menor medida, un eje filosófico de vida similar. La verdad es que me ha sorprendido; y aún cuando pueda parecer que ello no es raro, lo es cuando son unas zapatillas las que condicionan muchos actos de nuestra vida.

Hace unos días mi mujer me dijo que hacía tiempo que no escribía nada. Es cierto, hace mucho que no me enfrentaba a una cuartilla en blanco. A veces, en la vida uno tiene la necesidad de sentarse en un banco, de esos que se cubrían de nieve en el parque que rodeaba mi querido piso de Polonia, respirar, respirar y sólo respirar. No por ello, uno deja de pensar en historias, de escribir en un billete de metro o de mirar con ojos abiertos todo lo que ocurre a su alrededor. Pero cuando recuerdo todo lo acontecido este último año y medio, creo que sentarme fue una decisión acertada. Es difícil explicar a la gente que quieres y que te quieren que necesitas un poco de aislamiento social, usted los sabe bien. Y no son muchos los que se han enfadado, cabreado o están decepcionados conmigo, pero… Necesitaba coger fuerzas para poner patas arriba mi vida, y en ese proceso hay cosas de las cuales me arrepiento enormemente, pero no puedo hacer ya nada.

Sabía que iba a volver a escribir, pero no sabía cuando. La semana pasada pasaron dos cosas que han hecho sentarme a contar una historia. Por un lado, le recomiendo que vaya a ver la última película de Clint Eastwood, “Más allá de la Muerte”. Cuando acabó todos los amigos estábamos igual, mirando la pantalla, serenos y tranquilos, muy tranquilos. ¿Qué nos hizo Clint? No lo sé, solo sé que estaba en paz y feliz. El otro hecho fue el medio maratón que corrí.

La primera vez que corrí una distancia de 21 Km no pude andar en dos días, dado que mi entrenamiento no estaba preparado para ello. Pero, ¡¡me gustó tanto!!, que desde hace casi un año entreno con más intensidad, a pesar de mil maltrecha rodilla, para correr distancias tan agotadoras. Mi segunda carrera fue en Sant Cugat hace cuatro meses. Una vaivén de camino, un rompepiernas insufrible. Aguanté a un ritmo muy aceptable (4 m 45 s), pero en el Km 16 mis piernas se paralizaron por completo. El dolor era intenso y no podía siquiera andar. Nunca en todos mis años dedicado a hacer deportes había sentido aquello. Leo en su libro como describe usted ese mismo dolor; y como una voz interna le hizo seguir, nos hizo seguir. Como bien usted “Si algo merece la pena, entonces merece poner en ello todo el empeño (e incluso a veces un poco más)”. Y para mi, para usted, para muchos locos, merece la pena correr, simplemente queremos correr, probarnos frente a nosotros mismos. Así que a trote de tortuga llegue a la meta en 1h 49 m. ¡¡¡y bajé en 10 minutos mi marca!!! Pero en ese tramo del infierno ardiente, que es como estaban mis piernas, me pasaron cientos de corredores. Cuando llegué, me tuve que sentar y pensé que no había entrenado lo suficiente esos meses, así que ahora entreno dos horas casi diariamente. Por que es duro, muy duro entrenar cuando llegas muerto a casa después de 12 horas de trabajo. Pero somos corre-adictos, y no entiendo mi vida sin una zapatillas.

Acabo de bajar en tren a ver a mis padres a Valencia, y lo único que llevo son mis mallas, mi camiseta y mis zapas; cuando viajo a ver a mi mujer, suelo llevármelas también; aunque en estos viajes relámpago no me da tiempo a mucho, pero necesito saber que puedo calzármelas y correr un poco. Me han pasado un vídeo que le recomiendo que vea “Estos locos que corren” (http://www.youtube.com/watch?v=qHWdyWzLRvE&feature=related). Resume quiénes somos. Viene a mi mente una entrevista a un famoso atleta retirado que ahora se dedicaba a correr maratones. Decía que lo suyo no tenía mérito, a las personas que deberían rendir un monumento era a la cajera, al dependiente, al médico, a tantos que después de horas de trabajo llegan a sus casas y encuentran un hueco en sus vidas para ver el mundo al paso de un trote. Ahora que vivo en mundo de hielo matutino, aún tengo que acostumbrarme al frio de Barcelona, me gusta levantar la persiana los domingos a la 7 de la mañana y ver pasar a los locos que está entrenando a -2ºC. Eso es mérito.

Esta última carrera no la he hecho en solitario, Olivita de Havillan y Javier me acompañaban. Que decirle de Javier, había corrido 35 Km el día anterior y se vino con nosotros para pasar un rato y acompañarnos en el trayecto, ¡¡¡es un profesional de esto!! Queríamos bajar el tiempo de a 1 h 50 m, para que Olivita se llevase una medalla en su categoría. Pero los planes se fueron abajo cuando en el Km 7 se rompió. Como una copa que cae al suelo, y la forma da paso al caos ordenado, su cuerpo abandono a su mente. ¡¡Qué triste es cuando te preparas tanto y luego no vas!! Así que nos quedamos con ella, y con la esperanza de que se recuperase en algún momento. Pero eso nunca ocurrió. Desde el Km 14 a la meta iba completamente deshidratada, buscaba agua como quién busca su alma. Lo normal es que se hubiera retirado, nada justifica pasar ese calvario. Nos dijo que nos fuésemos, que la dejásemos a su ritmo. No pudimos ninguno de los dos. Como el relato de Dumas, todos para uno y uno para todos, aunque uno no lo entienda. La verdad es que iba a un ritmo muy lento para mi, y eso me permitió disfrutar más aún de la carrera. Que duro se hace los cuatro últimos kilómetros cuando tu cuerpo está muerto, ¡¡nadie se lo imagina!! Y a medida que íbamos llegando a la meta, aquéllos que se han muerto empiezan a quedarse, bajan su ritmo al mínimo, se sientan a un lado, se paran (nunca hay que parase), y todos llevan unas caras de sufrimiento que me recuerda aquél competidor en la olimpiada que llego medio andando y cayéndose, ¡¡qué imagen!! Entonces, Javi y yo nos pusimos a animar a todos, incluso a los propios espectadores para que aplaudiesen a la estos locos de zapas rotas. Fue cuando me di cuenta que no tengo que correr contra el tiempo, que verdad dijo usted. Tiene más sentido disfrutar de tus amigos, de la gente con la que compartes unas horas, aunque no las conozcas, ¿o si?. Recuerdo ese hombre, mayor que nosotros, que se puso al lado, más por los ánimos que le dábamos, que por otra cosa. Seguro que en la entrada de la meta había cientos de personas para aplaudir, se lo agradecemos, de verdad. Pero mil gracias a todos los que no sois locos y acudís a la antesala de la meta, a los últimos kilómetros. No sabéis como los locos agradecen ese aplauso, esa voz algo cabronceta “venga que no queda nada” (“para ti mi niña, para mi es como llegar a la cima, queda lo peor” eso es lo que piensan). Así que no llegamos en un buen tiempo, más bien fue horribilis, pero no me importa en absoluto. Disfrute con mis amigos de una soleada mañana de domingo, oyendo mi respiración acompasada, y mi corazón a ritmo de Chambao.

Y si alguien me pregunta por qué corro le diré que:
corro, por que necesito fuerza en mis piernas y en mi corazón;
corro, por que correr es como sentarse en un banco a respirar cada día;
corro, para aguantar la incertidumbre de mi vida;
corro, por que así puedo liberar todas las noches mi mente;
corro, para soportar la ausencia temporal de mi mujer;
corro, por que entonces puedo soñar con sus ojos;
corro, por que en la meta siempre está ella para ponerme una medalla que dice “a esos locos, que nos volvéis locos”,
corro, por que no se hacer otra cosa.

Gracias por su libro. Si algún día me viese en la maratón de New York recuerde que ambos, que miles, compartimos más que millones, por que no estamos locos, simplemente hemos aprendido a sacar la fuerza de la vida a partir de las piernas.


Atentamente,

Un vagamundos que corre por el mundo.