sábado, 5 de mayo de 2007

Ojos en Canadá
















Botas viajeras

Para un vagamundos, y motero, sus botas son reflejos de él mismo. Estas son mis viejas y maravillosas botas de Huelva que un día abandoné en un “Covered Bridge”, en mi puente de Madison particular.
Cansadas, viejas, con agujeros en la suela, hacíais agua y me moría de frío con vosotras. Juntos habíamos rodado miles de kilómetros en la “Spider” y nos habíamos perdido en ciudades como Paris, Estambul, Bergen, y tantos, y tantos lugares. Varias veces reconstruidas, anilladas, pintadas, fileteadas…siempre mimadas, a mi estilo. Un día comprendí que ya era hora que cambiaseis de vida y decidí dejaros en el puente, en ese que nos cogieron descalzos y jugando a pillar.

Recuerdo el último día de mi estancia en St. Andrews, corriendo, siempre corriendo, teníamos que dejar al “Halcón Milenario” y no había tiempo para muchas florituras. Pusimos la hiper-velocidad y nos dirigimos como muchas tardes al puente; tardes heladas en parajes de paz y sosiego. Me descalcé, os limpié y os dejé sentadas, a vuestro estilo, os puse una nota dentro: “no nos tiréis, no nos cambiéis de sitio, hemos andado mucho, dejadnos aquí, sentadas, viendo pasar al río”. Nos miramos por última vez y sonreímos…como siempre.

Al año volví a St. Andrews; me contaron que alguien encontró unas botas en un puente vigilando el río. Hoy un letrero adorna sus cabezas: "Descansado, no tocar".

Historias del Canadá III: La última cena

Tras un día desastroso en su aislado laboratorio, el españolito está meto y sólo quiere llegar su casa. Pero una visita inesperada irrumpe, es Michelle (su compañera de departamento). El sujeto entabla una conversación en su inglés, without comments, y tras duros tiras y aflojas del lenguaje, se entera de que le están invitando a ir St. Stephens (la capi por aquí de 5000 habitantes, ¡¡toda un urbe!!). La estancia a St. Stephens le recuerda a este sujeto que el mundo existe. Van de compras a un supermercado (no lo que hay aquí), a un “Ikea” (no se llama igual) y a una tienda de muebles, aquí solo de acompañante.

¡¡Que día!, piensa el españolito. Cuando llega a su casa decide darse un atracón de comida y cocinar un revuelto de tortillas de ajetes acompañando a un buen bistec (lo ven como este sujeto se cuida). ¿Qué podía pasar? El españolito ha sido un simpa (sin papeles) y un sinte (sin techo), pero en la cocina, todos conocen lo manitas que es. Por otro lado, ¿que puede pasar? Jajajaja, ¡¡muchas cosas cuando vives en 20 m2!!

Comenzamos la cena, los ajetes bien cortaditos se ponen a freir y cuando ya están, el sujeto saca los huevos de la nevera. ¡¡Hay que darse prisa, se queman los ajetes!! El españolito coge un huevo y le pega el golpe de gracia ¡¡¡Dios no sale nada!!, ¡¡¡¡¡el huevo está congelado!!, ¡¡los ajetes se queman!! Coge el otro huevo ¡¡está congelado también!! Tira ambas masas gelatinosas a la sartén, la retira del fuego y como si emplease un martillo golpea los huevos ¡¡joder con los huevos!! Cualquiera diría que son de mármol. Ufff, el desastre ha sido medio salvado.

El españolito decide darse un respiro, y se prepara una copita de vino. Limpia la sartén del mejunje de revuelto y dispone para hacerse su carne a la plancha. Como la casa es pequeña, jajaja enana, el españolito tapa la carne para que no huela luego todo (¡¡no tengo extractor lit@s!!). Mientras bebe un poquito de vino ¡¡¡Dios un pitido envuelve el sonido de toda la casita!! El españolito pega un bote que llega a la luna. Lógicamente, a tomar por saco la copa de vino, todo por ahí tirado, y piensa ¡¡mi ordenador!! Corre (similitud, en mi casa es dar un paso), pero laptop esta bien ¡¡no es un virus!! rápidamente gira su cuerpo 180º grados, es una gacela, corre al otro extremo de la casa (da otro paso) y el pitido se hace más agudo. El sujeto piensa ¿el despertador? Pero si está puesto para las 7 de la mañana (para que se vea que aquí trabajo) se acerca como gato, rápido pero muy asustado. ¡¡Ahhhh!! A la altura de su cabeza suena un pitido ¡¡coño, nadie me aviso existe una alarma contraincendios!! El españolito, con medio corazón por la boca, aprieta todos los botones de este maldito aparato, pero no consigue nada. ¡¡Por la fuerza!! Lo saca de su sujeción ¡¡va a pilas!! Por dónde se ponen las pilas todavía no lo he averiguado (paréntesis, después de 15 días hablando con amigo Charli, hoy he sabido como se colocan los auriculares). El ruido es infernal. Conociendo a este pueblo, el Sheriff debe estar a punto de venir, y este cacharro no para. Pero ahí está la inteligencia del españolito, abre la puerta de su casa y sale fuera ¡¡las llaves!!, ¡¡que narices!!, ¡¡que no llevo ningún calzado, y ha nevado todo el día!! ¡¡El españolito se encuentra en su porche a las 8 de la noche con un aparato que hace un ruido infernal y metiendo los pies en la nieve!!, ¡¡indescriptible!! Como no puede abrirlo decide meterlo en la nieve…..pero por arte de magia el aparato cesa en su sonido ¡¡Dios que cinco minutos!! Corre (otro pasito) y se me mete en casa con los pies llenos de nieve. Decide cambiarse de calcetines, pero primero abre todas las ventanas para que se vaya el poco humo que había. Después coloca el avisador, ¿funciona ahora? ¡¡Que sabe el españolito!!

Moraleja: la carne roja del Canadá es peligrosa, puede provocar infartos de miocardio.