Desde aquí, quiero dedicar este poema modificado de Walt Whitman a mis niños y niñas de Taliarte con los he compartido algo más que horas de trabajo, más de una década de nervios, muestreos, embarques y tiempo de reflexión y borracheras, a todos, gracias. Mi sombrero a vuestros pies por el trabajo realizado, oidos sordos y barbilla alta.
¡Oh Capitán! ¡Mi capitán!
Nuestro maravilloso viaje ha concluido.
Nos hemos enfrentado a cada tormento, a cada base, a cada estadillo, a cada gráfica, y siempre el premio que buscamos fue encontrado.
El puerto estuvo cerca, la bocina del barco oímos, toda la gente regocijada, pero la sinrazón ganó.
Mientras mis ojos siguen la firme estela que os aleja, que me despide de esta osada travesía, una sonrisa por los tiempos vividos.
Pero ¡oh corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!
Oh, las sangrantes gotas rojas de la sinrazón.
Cuando en cubierta ya no hay Capitán.
