martes, 24 de junio de 2008

¿El Dr. Jones supongo?

Vagabundeaba con dos enanos y una adolescente por el parque de un pueblo, cuyo rey tiene la cabeza volteada, cuando una joven de pelo lacio, ojos negros y con aspecto dulce se acercó, sacó un látigo del bolso y lo golpeó contra el suelo:
- ¿El Dr. Jones supongo?, dijo ella.
- ¡¡Ostias!!, niños atrás yo me encargo, replicó el asilvestrado con cara del que no entiende nada.
- No se asuste. Usted es el tío de estas criaturas, ¿verdad?
- Bueno…si, pero no me llamo Dr. Jones.
- ¿No es usted Indiana?
- No, soy el Asilvestrado, dijo en voz baja para que los enanos no le escuchasen. A mi hermano no le gusta que me llamen así estos pitufitos, le dijo.
- ¿El Asilvestrado? Nosotros en el colegio lo conocemos como Indiana.
- What?????
- Si, se pasan todo el día contando las aventuras de su tío durante la Semana Santa y se refieren a usted como Indiana.
- Ahhh, ¡¡diablesas desnudas qué fuerte!!.
- La verdad es que tengo curiosidad, ¿podría contármela mientras ellos juegan?
- ¡¡Tampoco fue para tanto!!
- S’il vous plaît.

La familia habían alquilado una casa en los preámbulos de los escondites de los maquis. Era enorme, tres habitaciones, un comedor de los de palacio y unas vistas que incitaban al encuentro espiritual de los que tienen alma. Como siempre, estar encerrado toda la tarde en veinte paredes de madera no era una opción, y si bien fuera hacia cinco grados, el espíritu del guepardo y de Nieve-tu les llevó a salir. Ella toda abrigada, en busca de un paseo con Miss Daisy; él enfundado en sus zapatillas de Forest a quemar el fuego interior. Ambos decidieron seguir la misma ruta, el camino de la ermita, cada uno a su paso. Correr, correr, correr, para seguir rellenando parajes en las retinas. Pero en un lugar tan apartado con el infierno de las nubes amenazando tormenta desde los montes de Olimpo, lo normal, lo esperado, es que no acabase bien. Pero que es eso para un Asilvestrado que cuenta con amigos como los osos negros canandienses, los leones del Kalahari o las morenas del caribe; así que en calzones y manga larga, se vio en vuelto en una tormenta de granizo que golpeaba su delicada piel. De vuelta de la ermita, algo menos de 2 Km, tendría que haber parado en la casa cuando pasó por delante de ella, pero pensó que sería interesante subir un puerto con un 15% de desnivel y desafiar a los Dioses putativos que mandaban agua congelada. ¿Acaso no corrió en St. Andrews a 10 bajo cero? Fueron, posiblemente, los 2 Km más difíciles que habrá pisado en su vida, tanto que con el aliento en desaliento y el humo chispeante saliendo de su cabeza tuvo que pararse cerca de la cima. En ese momento un coche pasó a su vera: “¡¡Diablos un coche con este tiempo!!”, pensó. Lo que no sabemos es lo que pensó el conductor, que visto lo visto, y a punto de la falla humana, paró su coche:
- “Fool” que hace con este tiempo, ¿le llevo a algún sitio?
- No gracias, estoy dando un paseo.
- En tal caso tenga cuidado con el Sol, quema mucho a estas horas, no se vaya a deshidratar.
- No se preocupe llevo agua incorporada.

Le parecerá una conversación sin sentido, ¿pero acaso tenía alguno correr en esas circunstancias? De vuelta a la casa, con el manto blanco de las novias sobre la carretera, los ojos medio entreabiertos le permitieron ver a toda a familia en la terraza gritando: “Vamos Forest tu puedes”. Cuando llegó, más exhausto que un albatros de pesca, fue la primera vez escuchó decir a uno de los enanos:”Papi el tío está loco”.

Pero, con certeza estadística, fue el segundo día cuando la anécdota cobró tintes de aventura. Habían salido a dar una vuelta por la zona, andando para que niños y mayores se entrelazasen en eso que se llama convivencia familiar. Tras dos horas y algo, menos de un par de kilómetros, llegaron a un punto donde la carretera dejaba de existir y un camino de piedras, barro y nieve se adentraba en los bosques de pinos; allí estaban, majestuosos dejando pasar el viento entre sus ramas, susurrando al planeta. Desde la última visita a Canadá, no había vuelto a ver nieve, el asilvestrado era como su viejo amigo Kim, deseoso de meter el hocico entre tanto blanco en busca de un camino que le llevase a lo desconocido…a la aventura de no saber si llegarás vivo o no a la noche. El resto decidieron que el camino era demasiado empinado, frío y peligroso, así que regresaron al calor del fuego. Pero él no podía dejar pasar ese momento, cargo con medio litro de agua, su cámara al completo y se despidió con la esperanza de que con un par de horas tendría suficiente para dar el rodeo a la montaña, llegar al pie del pico que le señala el camino y tomar unas fotos. Entre huellas que se consumían se cruzó con un ciclista de montaña, con una familia y con una pareja de estilo libre. Lo extraño es que todos llevaban un mapa de la zona, ya que existían múltiples caminos y perderse era fácil. Lo que empezó como una vuelta de dos horas terminó en cinco horas hasta que consiguió salir a una carretera civilizada. Detrás valles nevados, caminos inmensos y otros peligrosos, ruido mucho ruido de árboles, ermitas perdidas, vagamundos perdidos, ríos de roca, y bichos, muchos bichos y demás seres inhumanos. Andar cinco horas con un equipo de fotografía de 4 kilos cansa, y mucho; sentado en el andén de carretera junto al mapa de la zona sonó el móvil:
- ¿Hijo estás bien?
- Si no me esperéis hasta la noche que llevo algo de retraso.
- ¿Dónde andas?
- Buenooo……….a unos 20 Km de la casa.
- What????????
- Ehhhhhhh, no problem, en un rato estoy allí.
- ¿Vamos a recogerte?
- No, la carretera es complicada y desde un valle a otro se tarda una hora y…
- Bueno llama si necesitas algo.
- Todo controlado.
- ¡¡Dios eres peor que un niño!!

Creo que son las mentiras más grandes oídas en tal sacro lugar. Imposible llegar con luz por el camino de vuelta, además, sí pasara algo no habría forma de llamar; el río era otra opción, bajar con él parecía fácil, pero en alta montaña, nada es lo que aparenta; ¿cruzar el monte?, algo sabe el asilvetrado de esto, los valles siempre tienen cortados y en la noche los gatos no son tigres, pero lo tigres pueden ser leones (nunca he entendido mucho este dicho, pero ahí lo dejo por si alguno me lo explica), menos mal que nunca eligió dicha opción; lo mejor era hacer auto-stop, buscar un alma candida que le llevase hasta el pueblo más cercano y volver como se pudiese. Ver a un loco con pinta de África no es la mejor manera para incitar los deseos de las buenas personas, así que después de una hora seguía andando en buscando un pueblo lejano. Pero siempre hay gente amable, y un coche rojo pasó y paró cien metros más arriba. Mientras se acercaba se dio cuenta que una chica muy flaca con tintes de fumata de coca o porro esnifado sacaba melones y otras verduras del asiento delantero, mientras que con un trapo limpiaba el agua que había en los pies del asiento del acompañante. Entiéndanme, a estas alturas ya todos saben que algo fumado siempre anda este sujeto, así que escandalizarse lo justo. Subió al coche por llamarle algo. A los cinco segundos se dio cuenta del error cometido, el cuatro latas no tenía espejos externos, tampoco el interno, el cinturón de seguridad no funcionaba, los laterales no tenían cristal, el sillón tenía muchos muelles y la dirección se había perdido en algún camino. Aún así, lo más aterrador es que una conductora se duerma en el limbo en las curvas cerradas o que acelere hasta la cuarta revolución del motor en esquinas que ni en primera, creo que pudo identificar un escarbeido de la roca que pasó por sus narices en una de ellas. Agarrado con las uñas de los pies al suelo, cada curva era un rosario de almas en penitencia pensado que acabaría muerto en una carretera con una sonrisa de “Dios quiero bajarme ya”, al lado una mujer transparente quemada por su puta vida, a sus pies una máquina de instantáneas que recogería sus últimos ocho milímetros. Ante tal negro panorama decidió que lo mejor era tomar el mando de la situación; intentó coger el volante, pero no puedes convencer a la muerte que es negra por que ella no conoce otro color. Coches de frente que pitaban o conductoras que se estremecían en sus asientos ante el enviste de un vitorino desbocado. “Autopista del Infierno” se había convertido en una peli de Walt-Disney apta para bebes. Luego dicen que correr detrás de un oso negro es peligroso, ¡¡y una mierda!! Cual fue la sensación que al bajar del coche, y en la despida más de corazón que jamás tuvo lugar, le dijo: “mi niña, conduce con cuidado, hazlo por mi”. A veces se necesita tiempo para ver a las personas, pero nunca el tiempo fue tan largo, no cabe duda que en la curva de una carretera una vida se quedó. Agotado, con ampollas en los pies, un vagamundo esperó a que le recogiesen, feliz del regreso, pero triste de no saber el nombre de ella.

Los asilvestrados nunca llevan mapas, nunca programan más allá de un segundo, por que lo interesante de la vida es hacer camino cada día, aunque a veces el camino lleve a un muro. Perderse forma parte de sus juegos, pero hay que ver la cara de la gente que a veces les acompañan antes situaciones complicadas o difíciles. Esto le ha sucedido ya con Nieve-tu, pero faltaba con la familia Trap. Y lo mejor de todo es que la gente confía en ellos porque la seguridad en sus palabras es la clave de todo. Salieron seis botánicos en busca de un día biológico y acabaron perdidos en el túnel más largo de España en dirección contraria, más cerca de Viella que del cielo. Las caras de incredulidad eran notables e hicieron callar a aquél que solo hizo lo que siempre hace, vagamundear. Sin embargo, la sangre no son solo es roja, como diría Darwin “existen hombrecitos en su interior que hacen de nosotros los que somos” Y en el fondo, los hermanos son todos así…vagamundos, unos más que otros, pero en esencia, perdidos del río. Así que recordando lo que alguien contó, que le contó alguien, sin saber muy bien por qué, la filosofía tomó la decisión de buscar al padre del padre del padre del padre del padre del padre, “el origen de uno”. Por carreteras deliciosas, por caminos de tierra por donde solo pasaba un coche, por barrancos de parapente, por las agujas del tiempo; entre los gritos de una bióloga, entre niños con sobre dosis de aventura, entre pueblos del padre del padre del padre del padre del padre, entre masías de payeses, entre cacas de vacas, entre los juegos y líos de un tío; allí en la altura de un valle precioso con los pirineos nevados a los pies, un río, su sangre, una tiempo, su fecha 1725, un familia perdida, su casa. Y por supuesto, nunca llegaron a la hora prevista, siempre tarde, siempre detrás de Margot, y entre cucharón y cucharón contaron la aventura que un día compartieron con un asilvestrado.


- Y eso fue todo, ¿qué le ha parecido?
- No me invite nunca a viajar con usted.

martes, 3 de junio de 2008

Historias de Cuba: Highway, la autopista del infierno




Para poder tener una visión más amplia, aunque siempre escasa, de Cuba las tres mosqueteras (por eso de que eran mayoría las mujeres) habían programado tres días de excursiones. Para ello fue necesario alquilar un coche, algo normal en tierras de Hispania pero algo complicado en tierras perdidas. Dos días y dos noches tardaron en encontrar un “carro”, tres agencias de coche, dos mayoristas, ningún coche libre, ninguna contestación clara: “pase más tarde, es posible que me entre un carro, pero no sé sí prolongarán el contrato” “será difícil que encuentren algo, pero inténtenlo”. Era más claro el atún de Calvo que sus palabras. Pero al final, después de mucho, consiguieron un Peugot 205; ¡¡que alegría!! ¡¡que alboroto!! ¡¡otro perrito piloto!! ¡¡¡Infelices o incautos!! Lo más llamativo es que el seguro no cubría los tapacubos ni los embellecedores de la marca del coche, ¡¡mosqueante, ¿verdad?!! Afortunadamente el carro ya no llevaba ningún símbolo de la casa, pero si los tapacubos.

Felices como si hubiesen comido perdices programaron el día siguiente frente a una cerveza cuyo nombre no viene a la cabeza de este sujeto.

Al día siguiente por la mañana pusieron rumbo al valle de Viñales y Pinar del Río. Primero hubo que poner gasolina. Como que fue una hora larga y eso que sólo había tres coches delante, pero mucha gente llenando bidones.

Nada todo perfecto, ¡¡¡vaaaaaaaaaamonos!!!!!!!, son sólo 120 Km. ¿Cómo es conducir por Cuba? Es más fácil que te toque la lotería tres veces en un mes que no coger un baché o hueco en las carreteras cubanas. Pero eso al final no importa, lo realmente preocupante es no atropellar a un ciclista, a un vaquero, a un carro, a la gente, a un buitre cubano ¡¡¡ostiaaaaaaaaaaaaaaaa!!, esto parece un juego de marcianitos que den puntos por pieza. Podrán pensar que este sujeto exagera mucho, pasen y vean las fotos. Nota previa, existen puentes con vivas a la lucha del pueblo, puentes que nunca comunican con otras carreteras, y que hacen de punto de enlace donde el viajero descansa, tiene “tiendas” de frutas, disfruta del aire acondicionado, evita una ligera lluvia tropical o bien permite relacionarse; sólo tienen un inconveniente, los que están allí nunca saben cuando llegarán a su destino, siempre esperando alguien que les suba en su coche, camión, carro de caballo o quien sabe cómo, todo por un módico precio revolucionario.

Cuando ya estaban llegando a su destino un insensato campesino decidió parar el coche, si o si. O sea que se dispuso en mitad de la vía en busca del cielo. Pararon. “Compadre que se nos ha roto el coche y tenemos que ir a avisar al jefe”. Así que un pobre muchacho subió al mundo civilizado (nada de Ladas rusos del 70) camino a su fábrica de habanos por un sueldo de apenas 40 euros/mes. Si consideran duras las fotos de La Habana, el mundo agrícola es ufffffffffff. El muchacho, agradecido, decidió que le parasen en un sitio en mitad de la autovía asegurando que había un camino por dónde él iría a la fábrica; ¡¡si él lo dice!!!

Se llegó hasta Viñales por parajes increíbles… se recomienda perderse unos días por allí ¡¡¡que bonito!!, pero importante, llevar antimosquitos…¡¡joder con las picaduras!! (a quién le picase que no es el caso del españolito, mala sangre, y por supuesto si lo llevan utilícenlo no como las flores). A la vuelta las mosqueteras pararon a comerse unos mangos y un coco encima de un puente mientras el sol se iba a la cama. Por cierto, ¡¡cómo aguantan los puentes tanto tráfico es una incógnita, se mueve más que una montaña rusa!!

Había sido un día fantástico, la vuelta fue nocturna mientras una tormenta eléctrica alumbraba la noche, y, claro, llegó la lluvia tropical. No se veía más allá de 20 metros, así que hubo que recudir la velocidad y esquivar a algún loco ciclista que iba en contra dirección ¡¡como cabras están estos cubanos!! Apareció un coche que les adelantó y el españolito en un acto reflejo aceleró para ponerse detrás de coche, ¡¡él haría de guía!! De repente, el coche cambia de carril y el españolito se encuentra en mitad de la calzada con un artilugio cuadrado de hierro de unos 30 cm de lado. No se pudo hacer nada, lo mejor era pasarlo por encima. ¿Qué paso? ¡¡A mí que me cuentan!!, sólo sé que el silencio se apoderó de la noche, que botaron unas tres veces y que el coche, cuando se recuperó, hacía un ruido extraño, o sea, que estaba escoñado. El ruido era más propio de un tractor que de un coche. Se miraron entre ellas, y la flojera intestinal apareció por arte de magia; a 100 Km de La Habana, por una highway que era un infierno, sin luces por ninguna parte, sin carteles indicadores de nada, sin móvil, sin linterna, y con el buga a punto de dar su último respiro. Ni Chopin hubiese escrito un nocturno tan tétrico, el silencio tremendo, los ojos llorosos de fijar la vista en la “carretera”, las manos doloridas de coger con tanta fuerza ese volante…el miedo, que digo ¡¡el terror!! estaba presente. No sé como pudieron llegar a La Habana, aunque eso si, hubo que preguntar a una pareja de polis como llegar por esas callejuelas con falta de luz al hotel. Tras dos horas infernales, las aventureras llegaron sanas y salvas…la vida salvada, el coche echo mierda.

Era tal el ruido que hacía que se decidió cambiar de planes y al día siguiente se planificó una ruta más corta. Si había que quedarse colgado, al menos que fuese más cerca, así que camino a Matanza. El coche nunca se recuperó, pero el día fue bueno, playita por la mañana y visita a otro pueblo, otro hermoso niño, otro viejo, otras calles fantásticas, una buena foto de trenes, un paraje de buitres, un puente de oro, una mujer con bigote, una piña al lado de un paraje natural, un día para el recuerdo.

Como que la vida ayuda, así que el último día, y después de muchos baches, el coche se arregló y dejó de hacer ruido. Se devolvió como si no hubiese pasado nada y la vida continuó en La Habana.

En la habitación de su hotel, con el aire condicionado roto, las toallas sucias y sudando rosa como un hipopótamo estreñido el españolito hace su reflexión: “espero que el Polonia la highway entre Varsovia y Olsztyn sea mejor o no llegaré vivo a Navidad”.
FIN

Historias de Cuba: La Habana, el mundo perdido





Siguiendo la costumbre de este sujeto, proyecto algún día de hombre sensato, comienza un nuevo viaje a la capital del tiempo, La Habana. Ningún viaje sería propio de él si no aconteciesen fenómenos extraños. En este caso no hubo problemas con el equipaje, pero si con el vuelo que se retrasó 3 horas que fueron paliadas con la calma de la cámara, previa espera en la cola de facturación de otras 2 horas. Una vez en el “plane” no hubo ninguna actuación estelar, bueno casi… En una mirada distraída entre la azafata y el españolito, la niña derramó el agua hirviendo del té sobre el cuerpecito de éste. Pensarán que el muchacho gritó o emitió algún sonido, ¡¡pues no!!, nada más lejos de la realidad. Con la tranquilidad propia de un koala se secó el agua y dijo “no quema, no se preocupe”. ¿La verdad? ¡¡Joder como quemaba el agua!! La piel se tornó cereza, la del brazo, la de la costilla y la de la pantorrilla. Un rojo que demuestra científicamente que sus termorreceptores todavía funcionan. El suceso no pasó a más, la vida estaba salvada y la dignidad por los suelos.

El españolito tomó el aeropuerto de La Habana sano y salvo comenzando un nuevo viaje por el interior de sus entrañas pasando numerosos controles policiales. Por una vez en la vida se libró de nuevas humillaciones en público y llegó a un artilugio denominado gua-gua; previo timo de la estampita de dos mozos de maletas que querían hacerse millonarios a costa de los turistas y que solventó, previo recuerdo de su madre, con un par de cigarros (momento en el cual se dio cuenta que no llevaría suficiente tabaco).

Explicar la sensación que tuvo cuando ese proyecto de vehículo cruzaba La Habana era como ver en directo una ciudad que acaba de sufrir un bombardeo, casas derruidas, gente abarrotando las calles y luces que habían desaparecido. En esa tesitura el españolito decidió no salir y quedarse en el hotel, ya que a las 11 de la noche y en ese ambiente…uffffff. Bueno también el hotel se las traía, así que mejor tomarse una cerveza de la nevera de la habitación y evitar que la noche le confundiese, la caballería llegaba al día siguiente y era mejor descansar…la edad. ¿La habitación? Este sujeto ha dormido en sitios peores, pero en ninguno con un cuarto de baño como ese, con techos de 4 metros y con un juego de luces propio de una discoteca. Por supuesto, suficiente para un aburguesado pero insuficiente para calamar la visión de la noche, ¡¡joder con el malecón!! ¡¡joder!! ¡¡joder!! ¡¡increíble!!

No hacia tanto calor como esperaba, puede asegurar que en la ribera del Mediterráneo tiene mayor humedad, aunque el aire acondicionado no sobraba. Muchas cosas pensó el españolito durante el vuelo, ir a bucear, regatear con los taxistas ilegales, beberse un mojito mientras conversaba con el camarata, etc… Nada de eso ocurrió había que quitarse el miedo del cuerpo y familiarizarse con el ambiente (una cuestión puramente animal). Así que tras un sueño reparador de conciencia, decidió salir a correr por el malecón a las 7 de la mañana, cuando el alba despierta. Dicho y hecho, con una pinta más de bañista que de corredor de élite, corrió, corrió y corrió. Durante el trayecto observó, analizó, comprendió y alucinó (¡¡sin drogas!!) ¿Cómo describir La Habana? Uffffffff, ¡¡muchas fotos había que hacer!!, pero sintió que no pasaría nada y que la gente iba a su bola, ¡¡otro turista más!!

Han pasado siete días y siete noches, ha disfrutado de una ciudad de la cual se ha enamorado, por su gentes, por su visión de la vida, por su lucha callada por la libertad de su país; ha conocido artistas como Felipe, ha bailado en la noche, ha visto la miseria en niñas de 16 años que ofrecen su cuerpo al mejor postor, la poca vergüenza de españoles que compran placer a costa de la inocencia de ellas y el beneficio económico del padre, madres que venden a sus hijas pequeñas, les han timado con el tema de los puros (jajajajaja, sin comentarios que se me enfadan), han visitado sitios (por supuesto cuyos nombres ha cambiado) como el Palacio de la Música, el barrio de Harlem, el Chevrolet, la Habana vieja, la nueva, el barrio rico, la plaza de la independencia (horrorosa) y las mil calles por las que han andado. Le han intentado timar con monedas de Canadá (jajajajaja, infelices), ha hablando con castristas de la crisis del Líbano, ha comido en una casa particular, ha visto la miseria, el dolor de la gente abandonada, la alegría de aquellos que intentan sobrevivir y lo consiguen cada día, ha probado mojitos aguados por falta de materia prima, oído música y ha tomado fotos (bueno lo ha intentado), ha visto como las chicas españolas ligan que te cambas y que los chicos no, al menos el españolito (como le dijo la recepcionista del hotel cuando llegaron sus amigas, “este no es nada”, efectivamente el españolito no existe)

De vuelta en el avión una mujer decía que nunca recomendaría este viaje. Yo estoy de acuerdo con ella, hay gente que nunca debería ir, más cuando lo interesante está en las propias personas, en sus historias, y solo con un contacto directo uno llega a darse cuenta de muchas cosas. Afortunadamente el españolito viajó con gente que se confunde con ellos y pudo escuchar mucho…se ha enamorado de una ciudad en ruinas, y sabiendo que en el mundo hay cien mil sitios interesantes, volverá…algún día, cuando esté más moreno.

Sección: El Doctor opina

Querido Vagamundos,
Acabo de leer atentamente las respuestas del test que te envié. Después de horas de interpretación froidiana y años de estudio en la Universidad he llegado a la siguiente conclusión:
a) Eres hijo único.
b) Tu padre era un mercante borracho.
c) Tu madre, no es tu madre.
d) Eres un golfo de la ostia.
e) Y finalmente, deja de hacer pajas a los peces.
Tomaaate un par de aspirinas y vuelve mañana a la consulta. Por cierto, si no estoy buscaaaame en algún hospital de Cataluña, creo que después de 20 años estudiando, al fin tengo trabajo..que boludos.
Un saludo,
Le Doctore Maradonis
PD: Si alguno quiere solo tiene que rellenar el test adjuntarlo y por el módico precio de 300 euros les puedo dar un tratamiento...¡¡una ganga cheeeeee!!!
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Test del Saltamontes
1. Nombre completo.
El carpanta asilvestrado.

2. ¿Por qué te dieron ese nombre?
De pequeño siempre quería pan y andaba a mi bola.

3. ¿Le pides deseos a las estrellas?
Claro, soy un soñador y romántico convencido.

4. ¿La última vez que lloraste?
Un día que perdí al arco iris.

5. ¿Pan con qué?
Con jamón serrano.

6. ¿Te gustan los animales?
Depende ¿se incluye a los seres humanos?

7. ¿Cuántos hijos tienes?
Tantos como aquellos que les di un tiempo para ayudarlos a crecer.

8. ¿Si fueras otra persona serías tu amigo?
¡¡Estás loco!!

9. ¿Tienes un diario de vida?
No, pero tengo una vida diaria muy divertida que se guarda de vez en cuando en un blog.

10. ¿Eres sarcástico?
¿Yo? Nooooooooooooo.

11. ¿Saltarías el bungee?
En castellano, please.

12. ¿Cuál es tu cereal preferido?
El arroz.

13. ¿Te desabrochas los zapatos antes de sacarlos?
¡¡Es que sino no me los puedo quitar so salvaje!! ¿y vos?

14. ¿Crees que eres fuerte?
¡¡Soy el hombre de las mil aventuras!!, creo en mi sino ya estaría muerto.

15. ¿Tu helado preferido?
Chocolate, sin lugar a dudas, a falta de sexo es lo mejor.

16. ¿Rojo o Rosado?
Rojo por supuesto, soy Aries.

17. ¿Qué es lo que menos te gusta de ti?
A ti te lo voy a decir.

18. ¿A quién extrañas mucho?
A los que dedicaron un tiempo de su vida a reirse conmigo y nunca más volverán.

19. ¿Lo último que comiste hoy?
Nutela, tengo que engordar.

20. ¿Que estás escuchando en este momento?
Estopa.

21. ¿Trago favorito?
Soy borracho convencido así que cualquier cosa me vale, pero prefiero un buen vino.

22. ¿Comida favorita?
Arroz caldoso con pollo.

23. ¿Final triste o final feliz?
¿Quién define qué es triste o feliz?

24. ¿Tienes mascotas?
Si, Pinki-Bogard.

25. ¿Besos o abrazos?
Sonrisas, no me gusta que me toquen.

26. ¿Postre preferido?
Arroz con leche.

27. ¿Eres una persona alegre?
Jajajajaja.

28. ¿Quién crees que te responderá?
El diablo.

29. ¿El que menos crees que lo hará?
Dios.

30. ¿Qué libro estás leyendo?
“Un profeta me dijo….”

31. ¿Qué viste anoche en la tele?
Una peli porno que me dejo mi padre.

32. ¿Rolling Stones o los beatles?
Ninguno de los dos, prefiero Chuck Berry.

33. ¿Dónde es lo más lejos que has estado de tu casa?
Para un vagamundos, el mundo es su hogar.