sábado, 5 de mayo de 2007

Botas viajeras

Para un vagamundos, y motero, sus botas son reflejos de él mismo. Estas son mis viejas y maravillosas botas de Huelva que un día abandoné en un “Covered Bridge”, en mi puente de Madison particular.
Cansadas, viejas, con agujeros en la suela, hacíais agua y me moría de frío con vosotras. Juntos habíamos rodado miles de kilómetros en la “Spider” y nos habíamos perdido en ciudades como Paris, Estambul, Bergen, y tantos, y tantos lugares. Varias veces reconstruidas, anilladas, pintadas, fileteadas…siempre mimadas, a mi estilo. Un día comprendí que ya era hora que cambiaseis de vida y decidí dejaros en el puente, en ese que nos cogieron descalzos y jugando a pillar.

Recuerdo el último día de mi estancia en St. Andrews, corriendo, siempre corriendo, teníamos que dejar al “Halcón Milenario” y no había tiempo para muchas florituras. Pusimos la hiper-velocidad y nos dirigimos como muchas tardes al puente; tardes heladas en parajes de paz y sosiego. Me descalcé, os limpié y os dejé sentadas, a vuestro estilo, os puse una nota dentro: “no nos tiréis, no nos cambiéis de sitio, hemos andado mucho, dejadnos aquí, sentadas, viendo pasar al río”. Nos miramos por última vez y sonreímos…como siempre.

Al año volví a St. Andrews; me contaron que alguien encontró unas botas en un puente vigilando el río. Hoy un letrero adorna sus cabezas: "Descansado, no tocar".

No hay comentarios: